La Mansión Pokemon
Mafer perdió la conciencia después de gritar por un buen rato mientras era arrastrada por los grimers y no despertó hasta mucho después de que estos la habían dejado en el sótano, cuando recupero la conciencia se encontró con una sala muy iluminada y pulcramente ordenada, tanto que le parecía absurdo que esta fuera la guarida de los grimers, despertó e intento ponerse en pie y sintió unas manos que le ayudaban a ponerse en pie, desplazo su mirada asustada hacia aquellas manos y se dio cuenta de que un gallade intentaba ayudarla, pero, aquel gallade le provocaba un sentimiento de temor extraño, de alguna forma se sentía como si sus ojos estuvieran vacíos y sin vida.
Mientras tanto en las islas espumas, un pequeño pidgey del ejercito de chejo había sobrevivido por poco al enfrentamiento con el hombre de negro, tenia una quemadura en su ala izquierda y su pata derecha estaba lesionada, salio de la caverna dando saltitos y tan desesperado que parecía que se le fuese la vida en ello, y podría ser este el caso si lo alcanzaban, cuando estuvo fuera de la caverna sintió la imperiosa necesidad de girarse y comprobar si alguien lo seguía, le parecía absurdo, extraño e imposible, pero tenia que asegurarse así que lo hizo, apenas y movió el cuello pero vio al hombre de negro, de hecho lo había seguido y estaba a punto de atraparlo entre sus infames garras.
El susto fue un combustible inmediato y efectivo para que aquel pidgey echara a volar tan rápido y lejos como pudo, batía sus alas con tal fuerza y rapidez que casi parecía un colibrí, tras casi 100 metros de vuelo y esfuerzo empezó a sentir como las fuerzas le abandonaban y que poco a poco iba perdiendo altura, a esa velocidad si se estrellaba contra las olas posiblemente moriría, no quería morir y se aferro a su conciencia con tanta fuerza como le fue posible y empezó a planear sobre las olas para ahorrar energía, entonces un graznido monstruoso sonó a su espalda y sin tener que voltearse el lo supo.
El articuno volaba en su persecución a toda velocidad y muy dispuesto a acabar con el, pidgey puso todo su empeño en volar a mayor velocidad, y aunque consiguio aumentarla considerablemente no era nada con respecto a la de articuno quien en un par de aleteos y pocos segundos ya lo había alcanzado y le golpeo con el ala, el pidgey salio disparado hacia las olas, pero uso toda su fuerza en detenerse antes de chocar y elevarse nuevamente
Paso a un lado del articuno que lo veía con cierta fascinación en sus ojos mientras complacido, retornaba a la persecución, el pidgey volaba como un misil en dirección al cielo, tan alto y tan rápido como le era posible y entonces, con
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